La mayoría de los viajeros que visitan Uyuni, ubicado a una altitud de 3.656 metros sobre el nivel en Bolivia, probablemente lo hacen para ir al famoso Salar de Uyuni, el salar más grande del mundo que se utiliza para calibrar los altímetros de los satélites de observación de la Tierra.
Sin embargo, otro atractivo turístico de Uyuni es el «cementerio de trenes«, a 3 kilómetros de la ciudad. Desde finales del siglo XIX hasta el día de hoy, Uyuni ha sido un importante centro de transporte de trenes.
Distintas líneas ferroviarias, fechadas entre 1888 y 1892, fueron construidas por ingenieros británicos invitados por compañías ferroviarias de Antofagasta y Bolivia. Durante las siguientes décadas, los trenes de aquellas líneas se utilizaron para transportar minerales desde la Cordillera de los Andes hasta los puertos del Océano Pacífico.
Durante la década de 1940, la industria minera colapsó, en parte debido al agotamiento de los minerales. Muchos trenes fueron abandonados fuera de Uyuni, formando este cementerio gigantesco de trenes.
Los vagones y locomotoras, muchos de ellos de principios del siglo XX, ahora están oxidados y erosionados por los vientos salados que soplan sobre Uyuni. Asimismo, muchas piezas de metal han sido robadas de los trenes, ya que no hay vallas ni guardias.