En un pequeño pueblo cercano a la ciudad de Phoenix, en el estado de Texas (Estados Unidos), vivía un hombre solitario de aproximadamente 65 años llamado Max.
A pesar de tener vecinos amables, Max se sentía muy solo, ya que no tenía familia ni amigos cerca.
Amante de los animales
Un día, mientras caminaba por el vecindario, se dio cuenta de que muchos de sus vecinos tenían mascotas. Max siempre había sido un gran amante de los animales, así que se pensó que cuidar de las mascotas de sus vecinos le haría sentirse un poco menos solo. Así, Max comenzó a pasear a algunos perros de sus vecinos.
Al principio, todo parecía normal. Max se divertía pasando tiempo con aquellos animales de sus vecinos, a la vez que los propios vecinos estaban felices de poder dejarles sus mascotas. Sin embargo, algo extraño comenzó a suceder…
Comportamientos extraños
Max empezó a desaparecer con las mascotas durante más tiempo del que se había comprometido y, cuando regresaba, las mascotas estaban extrañamente pálidas. Algunas parecían estar más quietas de lo habitual, como si hubiesen perdido algo de movilidad, mientras que otras nunca volvieron a ser entregadas a sus dueños.
Los vecinos comenzaron a preocuparse por sus mascotas, pero Max siempre les decía que todo estaba bien y que les traería de vuelta a sus mascotas al día siguiente.
Un museo del horror
Un día, uno de los vecinos decidió investigar lo que estaba sucediendo y se coló en casa de Max. Cuando entró en aquella vivienda de madera, descubrió algo increíblemente aterrador…
…en el sótano de Max había un «museo del horror» lleno de mascotas disecadas.
Max había estado tomando prestadas a las mascotas de sus vecinos para disecarlas, practicando la taxidermia, y creando su propio museo personal.

Las mascotas que nunca fueron regresadas a sus vecinos estaban allí, en su inquietante y espantoso museo, mientras que las que sí regresó, pero pálidas y sin movilidad, es porque había estado experimentando con ellas.
Detención
Después de que los vecinos descubriesen el macabro museo personal de Max, la policía fue alertada inmediatamente. Max fue arrestado y llevado a juicio, pero en lugar de sentirse arrepentido, se sentía orgulloso de lo que había hecho. Él argumentó que solo quería tener compañía y que las mascotas eran las mejores amigas que había tenido.
Max fue condenado a cadena perpetua. Sin embargo, la historia de Max no terminó allí.
Noches convulsas
Durante su tiempo en prisión, Max comenzó a tener visiones y alucinaciones de las mascotas disecadas de su museo. A menudo se despertaba en mitad de la noche gritando y sudando, convencido de que las mascotas estaban vivas y trataban de vengarse de él.
Sus compañeros de celda comenzaron a sentirse incómodos con su comportamiento cada vez más errático y extraño, y las autoridades de la prisión decidieron trasladarlo a una institución psiquiátrica, donde quedó internado de por vida. Allí, Max continuó teniendo alucinaciones y su salud tanto física como mental se deterioró rápidamente.
Espíritus
Después de que Max fuese arrestado y llevado a prisión, la policía precintó su casa y selló el sótano donde había construido su museo del horror. Sin embargo, los vecinos del pueblo seguían escuchando ruidos extraños provenientes del interior de la casa. Parecía como si alguien estuviera moviéndose y cambiando cosas en el interior.
Los vecinos comenzaron a evitar pasar cerca de la casa de Max, temiendo que algo maligno habitara en su interior. Muchos de ellos aseguraban haber escuchado gritos y aullidos en medio de la noche, como si las mascotas disecadas estuvieran tratando de escapar de su macabro museo.
La policía investigó varias veces los ruidos, pero nunca encontraron nada fuera de lo normal. Sin embargo, las historias y rumores sobre el museo del horror de Max seguían circulando entre los vecinos del pueblo. Algunos decían que el espíritu de Max había conseguido escapar de la institución psiquiátrica y estaba ampliando su colección de mascotas.
La tensión en el pueblo comenzó a crecer y muchos vecinos comenzaron a mudarse a otros pueblos y ciudades.
Casa fantasma
Max murió a la edad de 72 años y su casa permaneció vacía durante años, hasta que finalmente fue puesta en subasta pública. Una joven familia con dos niños compró la casa, pensando que sería el lugar perfecto para construir su futuro. Sin embargo, y a pesar de que el sótano fue totalmente desmantelado, pronto comenzaron a notar cosas extrañas en su nuevo hogar.
Los niños a menudo se quejaban de ver sombras y escuchar extraños ruidos en el sótano. La familia también comenzó a experimentar una sensación constante de ser observada.
La vida en la casa se hacía cada vez más difícil y los padres se turnaban para dormir, ya que ninguno podía soportar la sensación de inquietud que sentían allí y notaban que sus hijos podrían estar en peligro.
Finalmente, la familia decidió dejar la casa, ya que no podían superar la sensación de que algo maligno habitaba en la casa. Y a pesar de que no podían explicar lo que estaba sucediendo, estaban seguros de que las presencias extrañas eran las almas de las mascotas disecadas que Max había capturado para su macabro museo.
La historia de la casa de Max se convirtió en una leyenda local y muchos evitaban pasar cerca de ella.
Años después, la casa fue demolida y el terreno quedó vacío. Aún así, los rumores sobre sonidos de animales chillando eran constantes, como si las mascotas disecadas estuvieran todavía allí, esperando ser liberadas de su tétrico destino.